Adiós a las oficinas con vistas panorámicas, El Nuevo Estatus ha llegado
La identificación del estatus solía ser simple: era cuestión de buscar la oficina más grande con la mayor cantidad de ventanas y las mejores vistas. Hoy en día el estatus no es menos importante que la manera y los motivos por los que trabajamos, se está manifestando de diferentes maneras.
Escrito por: Drew Himmelstein
Ilustración de: Daniel Carlsten
Cuando se completó el Sears Tower en 1973, los pisos superiores del nuevo edificio más alto del mundo se diseñaron con espacios empotrados que, intencionalmente, maximizaron la cantidad de oficinas con vistas panorámicas. El despacho de arquitectura Skidmore, Owings & Merrill sostenía que si ofrecían más oficinas ideales para directivos, esto haría que los pisos superiores, con sus destacadas vistas aéreas y amplias, se convirtieran en un espacio aún más atractivo para los inquilinos comerciales.
Hace cuarenta años, ese tipo de oficinas eran tan solicitadas que los arquitectos buscaban diferentes formas de agregar más ángulos a los edificios. Es sorprendente que para muchas de las principales empresas de hoy en día las vistas panorámicas que alguna vez fueron esenciales para las oficinas corporativas, se están volviendo obsoletas.
Mark Zuckerberg, el famoso CEO de Facebook, no tiene una oficina personal; trabaja en un espacio abierto junto con otros empleados. Jack Dorsey, de Square, Michelle Peluso del Gilt Groupe y Richard Branson de Virgin se encuentran entre los directores ejecutivos que se unieron a esta clase de oficinas - sin oficinas. En 2015, algunas de las oficinas más deslumbrantes y modernas, desde Silicon Valley hasta Sídney, adoptaron diseños donde los empleados trabajan (y toman café) lado a lado con ejecutivos de alto nivel.
¿A qué se debe que las compañías prácticamente de todos los rubros —desde empresas de tecnología, inmobiliarias, medios de comunicación y hasta financieras— estén pasando de la disposición de estatus tradicional a otras distribuciones?
“El estatus es una motivación humana fundamental; es evidencia de que el grupo nos valora”, dice Tracy Brower, Directora de Dinámica Humana y Trabajo de Herman Miller. Las oficinas tradicionales encontraron muchas maneras de reforzar esas motivaciones, dando oficinas privadas con las mejores vistas a los empleados de mayor nivel, así evitando el contacto con el resto del personal gracias a sus asistentes. ¿Pero por qué está cambiando la tendencia hacia este enfoque? Brower explica: “Desde la perspectiva humana, existe el reto de conectarnos con otras personas y con el trabajo, esto nos brinda esa sensación esencial de pertenencia, además, desde el enfoque de las instalaciones, nos piden que saquemos más y más valor de cada centímetro cuadrado del inmueble”. En otras palabras, una oficina privada asignada, cerrada y desaprovechada, resulta ser el espacio ideal hasta que examinamos el panorama completo. “El estatus solía separarnos de los demás. Hoy entendemos que, en realidad, el estatus se manifiesta dentro de los grupos—esto también nos permite entender por qué vemos cada vez más oficinas de planta abierta”.
Como parte del desarrollo de Living Office, Brower formó parte de un equipo que investigó lo que motiva a las personas en el trabajo, así forjando el nuevo enfoque de Herman Miller hacia la materialización de espacios de trabajo de alto rendimiento y centrados en la personas. Identificaron seis necesidades fundamentales en los humanos que se usaron para ayudar a guiar a las organizaciones—seguridad, autonomía, pertenencia, logro, estatus y propósito.
EL NUEVO ESTATUS
De acuerdo a Brower, el reconocimiento del estatus sigue siendo importante, pero se aborda de otras maneras. “Los nuevos estudios nos demuestran que las personas elegirán el estatus sobre un mayor salario, y que están dispuestas a aceptar un puesto de menor categoría si está asociado con un grupo que sienten que les ofrecerá un mayor estatus”. Mientras que en una oficina tradicional los privilegios asociados con el estatus solo estaban disponibles a pocos, las nuevas maneras de trabajar y los nuevos diseños de ambientes de trabajo muestran que el estatus se puede manifestar democráticamente; a nivel de grupo u organizativo. “La libertad de entrar y salir como me plazca, poder elegir dónde quiero sentarme, ser asignado a una cuenta clave, publicar en un medio social sobre la comida Thai orgánica y gratuita en la cafetería, estas son las maneras en que las personas sienten el estatus actualmente”, dice Brower. Si bien la oficina con vista panorámica se hace cada vez más obsoleta, la realidad es que el estatus no desaparece, sino que las organizaciones descubren nuevas formas de reforzarlo de manera más amplia.
El personal de CBRE en Chicago, un despacho de servicios inmobiliarios comerciales, se acaba de mudar a una nueva oficina iluminada por luz natural que ocupa los tres pisos superiores de un edificio en el distrito comercial en el centro de la ciudad. La mayoría de los escritorios que se pueden usar al estar de pie o sentado, están en un espacio abierto que brinda una clara visibilidad a los demás compañeros y a las vistas panorámicas externas. Las oficinas privadas, que no están asignadas y denominadas “Oficinas por un día” están revestidas con vidrio y están disponibles para ser usadas por cualquier empleado a través de un sistema de reservas. En las esquinas no hay escritorios, sino áreas designadas para la colaboración. Nadie tiene un escritorio asignado.
Según Lauren Brightwell, gerente senior de proyectos de CBRE, el espacio no podría ser más diferente del espacio anterior el cual estaba compuesto por oficinas perimetrales y estaciones de trabajo divididas por paneles altos hacia el centro del piso. La oficina tenía poca luz natural y tenía vista a un estacionamiento. Aun así, afirma Brightwell, algunos ejecutivos senior se rehusaban a mudarse.
“Me esforcé mucho para tener una oficina privada, y ahora me dicen que nos vamos a mudar a un ambiente en el que no voy a tener una oficina”, es uno de los comentarios que escuchó Brightwell por parte de algunos miembros senior. “No tengo la misma sensación de estabilidad”.
CBRE ha sido muy cuidadoso de apaciguar esta, y otras preocupaciones, acerca de una nueva manera de trabajar a través de un enfoque inteligente en cuanto a la administración de cambios. Con el fin de reconocer a los individuos que alguna vez tuvieron el estatus de una oficina privada que exhibía sus logros, se colocó un muro de medios prominentemente ubicado para mostrar los premios y logros de los empleados.
Estas son maneras eficaces de reforzar el estatus sin estar condicionados al diseño de la oficina tradicional, dice Brower. “El ambiente físico es solo un factor dentro de los varios factores que se deben tener en cuenta”, agrega. De acuerdo con Brower, el estatus también puede conferirse holísticamente a través de métodos de gerencia (como brindar mentores y más oportunidades de liderazgo) y acceso a tecnología, herramientas y recursos actualizados.
MEJORES RESULTADOS
Con Living Office, Herman Miller apunta a demostrar que la necesidad de estatus de los trabajadores se puede alcanzar de forma holística a través de un conjunto de necesidades humanas fundamentales. Por ejemplo, el diseño de la nueva oficina de CBRE ha logrado una mayor interacción entre el personal que no se veían entre sí con frecuencia o que incluso no se conocían, así promoviendo la sensación de pertenencia y objetivo compartido.
Crear relaciones entre empleados en toda la compañía puede ser cada vez más valioso para un negocio, según afirma Scott Doorley, director creativo de Stanford d.school y coautor junto con Scott Witthoft de Make Space, A Guide for Designing to Encourage Creativity. Recientemente, este par de autores ayudó a una compañía de desarrollo farmacéutico en la costa Este americana a realizar la transición de una oficina jerárquica en la que los científicos de investigación estaban separados del personal administrativo y de ventas. La separación de los departamentos significaba que no todos en la compañía conocían completamente los productos que se estaban produciendo.
“Luchaban, con decir, 'Estamos realmente entusiasmados con este producto. ¿Cómo podríamos hacer que todos en la organización se sientan más entusiasmados con esto?'”, dice Doorley. “Si queremos que todos estén detrás de este producto, todos deben conocer lo que sucede con el producto en sí. Los administradores necesitan ver qué hacen los científicos, el personal de comunicación debe saber cómo comunicarlo”.
De acuerdo con Amanda Stanaway, directora del despacho de arquitectura Woods Bagot y diseñadora de interiores principal para este proyecto, el banco de inversiones Macquarie Group rediseñó su oficina central en Sídney, Australia, impulsado por las mismas inquietudes en sus productos.
Anteriormente, las oficinas de Macquarie agrupaban a sus empleados por departamentos, creando lo que Woods Bagot denomina “silos de comando y control”, donde los empleados tenían áreas asignadas donde debían trabajar durante el horario laboral bajo la mirada de los gerentes. Sin embargo, al banco le preocupaba que ese diseño rígido, que mantenía a los empleados en distintas áreas y en el que los gerentes se encontraban en posiciones visibles, obstaculizara la velocidad con la cual el banco podría llevar productos al mercado, dice Stanaway. Si, por ejemplo, el equipo de servicios financieros desarrollaba un producto sin la colaboración de los expertos fiscales, el producto podría tener implicaciones fiscales imprevistas y tener que ser rediseñado.
En las nuevas oficinas de Macquarie, nadie tiene oficinas u escritorios asignados y los empleados se agrupan naturalmente según el proyecto en el que están trabajando en ese momento. Cada empleado tiene un compartimiento con llave y acceso a diversas estaciones de trabajo que facilitan tanto el trabajo individual así como el colaborativo. El resultado es una cultura de oficina orientada al cliente que también ahorra dinero al usar el espacio eficientemente, una prioridad en Australia, en donde el espacio para oficinas comerciales es muy escaso.
“Todos tienen la libertad de trabajar cuando quieran y donde quieran dentro del ambiente”, dice Stanaway. “La gestión se basa más en los resultados que en la presencia. Al estilo antiguo un trabajador llegaría a trabajar a las 8:30 y se retiraría a las 17:30... y quién sabe si trabajó. El noventa y nueve por ciento de las personas siguen viniendo a la oficina, pero tienen la libertad de dejar a sus hijos en la escuela, llegar a las 9:30 y marcharse a la hora que deseen”. A través de este tipo de prácticas, el estatus se extiende a toda la organización, en lugar de conferirse a una minoría selecta.
Sin embargo, incluso en Macquarie, esa minoría selecta cuenta con un privilegio especial. Si bien no disponen de un espacio de trabajo designado, los ejecutivos tienen prioridad al reservar determinados espacios en la oficina, y también tienen asistentes ejecutivos, dice Stanaway. Aquí, los recursos, más que el espacio físico, denotan un mayor estatus.
Pero a fin de cuentas, el estatus en Macquarie y en muchas oficinas nuevas se transmite a través de prácticas y acciones organizativas. Las organizaciones disponen de varias herramientas para reforzar el estatus, aun así según Brower, por lo general, el estatus se concede a las personas que son percibidas como aquellas que realizan las contribuciones más competentes y desinteresadas al grupo.
“Se trata del comportamiento”, menciona Stanaway. “Es más importante ser respetado a tener un título”