Studio 7.5 denominó como su santo grial a la comodidad instantánea y personalizada lograda en su última silla para Herman Miller, la silla Cosm. ¿Qué hacer entonces después de dicho logro? En vez de mirar al presente, el estudio ubicado en Berlín se imaginó el futuro, y encontró su inspiración inicial para la silla Zeph con la ayuda de sus estudiantes de la Universidad de las Artes de Berlín y de la Escuela de Arte y Diseño Weißensee.
“Los estudiantes invierten en sus computadoras portátiles, o en sus bicicletas, pero por lo general, no invierten mucho en una herramienta para sentarse”, dice Carola Zwick, quien está al frente de Studio 7.5 junto a Burkhard Schmitz y a su hermano Roland Zwick. “Puede que sea la primera inversión que hacen después de su primer sueldo, así que por esta razón, y pensando en las instituciones como nuestras universidades donde los estudiantes pasan la mayor parte del tiempo, queríamos un producto que fuera una herramienta decente, honesta y sencilla, capaz de hacer bien las cosas que son más importantes”. Schmitz agrega que el objetivo no era solo crear una silla “económica”, sino extraer la verdadera esencia de una silla ergonómica.
El trío y su pequeño estudio tenían el mismo interés por el legado de más de 100 años de Herman Miller, en particular de dos arquetipos ejemplares del catálogo de productos previos de la empresa: las sillas icónicas de mediados de siglo, como la silla Shell Eames, y los más de 30 años de avances en el campo de la sillería ergonómica. “Las dos ramas no siempre han conversado entre sí”, explica Carola. “Ha habido ocasiones en Herman Miller donde el péndulo se balancea de un lado a otro, pero sin llegar a un término medio. Queríamos tener la oportunidad de proporcionar algo para unir ambas cosas”.
Burkhard admite: “Fue un hueso duro de roer”. Y lo lograron dándole movimiento a una silla de carcasa de manera que pudiera ofrecer no solo la inherente apariencia lúdica de su lenguaje visual, sino también los beneficios en términos de ergonomía. Se crearon varios prototipos en impresión 3D a modo de prueba y error, algunos de los cuales “parecían haber salido de una película de Tim Burton”, Carola ríe, hasta que dieron con un modelo de asiento y respaldo de una pieza que realmente se mueve junto a la persona que se sienta. Mientras que la mayoría de las sillas de carcasa son estáticas, la carcasa cinemática de una pieza de Zeph ofrece una reclinación natural que utiliza los puntos de rotación naturales del usuario para crear el contrapeso perfecto.
La extensa paleta de colores también se inspiró en el pasado. “Una de las cosas que queríamos retomar de la era de mediados de siglo fue la idea optimista y encantadora sobre el futuro, queríamos ser un poco más lúdicos y alegres”, dice Carola. A la paleta la llamaron “la caja de crayones”, y la idea es que no sea normativa, sino atractiva para una variedad de gustos, que las personas se diviertan.
A lo largo del proceso, mantuvieron en mente a sus estudiantes y a sus objetivos iniciales, sabiendo que esta mezcla de alegría y ergonomía no podía ascender a un precio muy alto. “Recuerdo haber salido en busca de las sillas Mirra o Setu y descubierto que mucha gente estaba entusiasmada con la silla pero al final decían: ‘Muy bien, ahora tengo que ahorrar tres salarios mensuales para poder pagarla’”, dice Roland. “Entonces tuvimos la idea de que queríamos tener una silla más democrática”. Carola agrega: “Una experiencia sólida asequible”. Finalmente, Burkhard resume la silla Zeph: “Una experiencia asequible digna del nombre de Herman Miller”.