Todd Bracher se graduó del programa de diseño industrial del Pratt Institute y estaba trabajando a tiempo completo en Nueva York cuando se enteró de que había obtenido una beca Fulbright para ir a estudiar dentro de tres semanas a la Danish Design School en Copenhague. Estudiar en el extranjero era parte de su plan de desarrollo profesional para así adquirir una visión más global del diseño. A pesar de todo, escuchar que había sido efectivamente él quien se había ganado dicha beca lo tomó un poco desprevenido, dice Bracher, quien recuerda que escuchó grabaciones en danés en su camino a tomar su vuelo para aprender algunas frases de uso cotidiano. “Pero dicha experiencia me enseñó que uno se puede ver lanzado a enfrentar cualquier situación y al final puede resolverla. Una vez que lo sabe, uno se da cuenta de que no tiene límites”.
Eso sucedió en 1999. Durante los siguientes 10 años, vivió en cuatro países, aprendiendo algo diferente sobre diseño en cada uno de ellos. En Dinamarca, aprendió sobre la nobleza de los materiales; en Italia, sobre la importancia de la historia del diseño; en Francia, sobre la elegancia en la que los materiales se mezclan; en Inglaterra, sobre la identidad del diseñador. Después de haber aprendido sobre marcas cuando regresó a Nueva York en 2006, “Pude traer conmigo todas esas experiencias internacionales y ponerlas en práctica”, dice.
Esa década de inmersión en una nueva cultura cada par de años es un ejemplo de su pasión por descubrir. “El no saber nos invita a estudiar cuidadosamente y el estudio atento lleva a descubrir”, dice Bracher, quien diseñó la mesa y el escritorio Distil para Herman Miller. Él encuentra su inspiración en cosas tales como la física, la química y el lunar en la cara de Cindy Crawford, la cual inspiró la mesa Tod para Zanotta.
“Estaba tratando de ver qué fue lo que la hizo famosa y me di cuenta de que fue su lunar. Si elimina el lunar, ¿qué queda?”, expresa Bracher. “¿Entonces, qué es lo que hace que una habitación sea especial? La idea era crear una mesa que fuera hermosa con algo más. Eso hace que la habitación sea un poco más especial”.
Como esa mesa, todos los objetos existen dentro de un contexto; tienen que funcionar en conjunto con los demás objetos a su alrededor. Pero cuando se trata de diseñar el objeto en sí mismo, Bracher se abandona a la “irreductible complejidad” con la que un objeto se concibe unicamente a partir de elementos esenciales para su propósito final. Emplea el ejemplo de la trampa para ratones, que no funcionaría sin el resorte o sin el trozo de madera. Está perfectamente diseñada para su propósito.
Aunque pertenezca a una disciplina completamente diferente, Charles Darwin es la persona quien ha tenido la mayor influencia en el enfoque de Bracher sobre el diseño. Darwin también tenía una apreciación por los objetos bien adaptados a una tarea. El estudio de Darwin de las 15 especies de pinzones de las islas Galápagos reveló que cada especie tiene un pico que se adapta a su fuente de alimento perfectamente en forma y tamaño.
Ya sea natural o hecho por el hombre, “un buen diseño se trata de una serie de parámetros y requerimientos”, explica Bracher, “y es eso lo que genera la respuesta”. Eso es cierto para todo tipo de diseño y el trabajo que el estudio de Todd Bracher hace se extiende mucho más allá de los productos. Bracher, quien diseñó para la marca de lujo escandinava Georg Jensen en 2004 y quien unos años más tarde se convertiría en director creativo de la marca, afirma que el estudio se ha expandido en un área de dirección creativa y diseño estratégico. Lo que vendrá nadie lo sabe. Para Bracher, la emoción de descubrir nunca cesará.