Ray y Charles Eames se tomaron en serio los juegos de los niños. Inventaron objetos para jugar, mobiliario y películas que inspiraran, y nunca limitaran, la imaginación de los más jóvenes. Partiendo de sus propias ideas de diversión, estos juguetes tendían a destacar la composición, la estructura y la construcción para así brindar a los niños herramientas en miniatura de su propio oficio de adultos (y de brindarles a algunos adultos la oportunidad de construir de nuevo como si fueran niños). Muchos de sus diseños aprovechan lo que niños y padres han sabido por mucho tiempo: que la caja del producto, en especial si es grande, puede ser más interesante que su contenido.
Por eso, no es de sorprender que los Eames mejoraran la caja misma, tal como nos recuerda un álbum de fotografías de los archivos de Herman Miller. La humilde caja de cartón les ofrece a los niños su primera oportunidad de crear un espacio para sí mismos usando la caja de empaques de Eames Office diseñada en 1951 para las unidades de almacenamiento Eames (ESU, por su sigla en inglés), ya sea como un auto de carreras, un robot o una casa.
“Impreso en un diseño colorido en rojo y negro, presentando la ‘M’ distintiva de Herman Miller, el cartón duro, reforzado con tiras de madera, sólo tenía que volver a clavarse a la plataforma de madera inferior, después de sacar el mobiliario, para convertirse en una casa de muñecas que los jóvenes iban a adorar”, lee el texto de la nota de prensa. Un folleto por separado ofrece instrucciones sobre “cómo hacer una casa de muñecas”, pero se explicaba por sí misma: las líneas punteadas sugieren los lugares para la entrada y una ventana, así como toldos.
En una bajada en desnivel, los Eames lograron combinar la diversión para adultos y niños con la eliminación de residuos y sumaron entusiasmo al proceso mundano de las entregas. Las flechas hacia arriba, así como también la V profunda del logo ‘M,’ diseñado por Irving Harper para la empresa, sugieren la posibilidad de una expansión hacia arriba para crear una casa de dos pisos o un rascacielos en miniatura, en caso de que el niño o el padre necesitaran más mobiliario.
Las ESU en sí también eran un tipo de juguete desmontable para los más grandes. Hechas de extrusiones de acero perforado con apuntalamiento diagonal, se podían configurar a modo de aparadores bajos o estanterías altas. Los compradores podían personalizar la distribución interior, seleccionando cajones o puertas laminadas, y metal perforado o paneles de Masonite esmaltado. Los dueños también podían separarlos y reacomodarlos o complementarlos, y tratarlos como mobiliario de una serie de cajas modulares a modo de juguetes.
Como adultos diseñando objetos de juego para niños, los Eames hallaron más inspiración en las cajas. The Toy (el juguete), fabricado por Tigrett Enterprises en 1951, ofrecía a los niños la posibilidad de crear su propia estructura prefabricada, una que fuera más colorida y flexible que Carton City. Los Eames habían estado en contacto con Tigrett para la fabricación de grandes y brillantes máscaras de animales hechas de papel y cartón basadas en aquellas que usaron para las plataformas y las tomas de fotografías a fines de la década de los 40. La empresa con sede en Memphis estaba dirigida por el gran emprendedor John Burton Tigrett, quien hizo su fortuna vendiendo el pato Glub-Glub, y quien podía estar en busca de más productos patentables. Las máscaras nunca pasaron más allá de la etapa de prototipo, pero The Toy (el juguete), más simple y geométrico, sí lo hizo.
The Toy combinaba pasadores de madera, cepillos destapacaños y un conjunto de paneles cuadrados y triangulares de papel rígido en verde, amarillo, azul, rojo, magenta y negro. Los niños podían hacer correr los pasadores a través de las mangas sobre las aristas de los paneles para reforzarlos, y luego sujetar estas riostras en los ángulos. Inicialmente vendido en una caja plana y grande en el catálogo Sears, de pronto los Eames también rediseñaron este embalaje para crear un tubo hexagonal más elegante de 76 centímetros (30 pulgadas) donde era posible enrollar y almacenar todas las partes.
La primera versión de The Toy creaba espacios lo suficientemente grandes para que los niños cupieran, como los cartones. The Little Toy (el juguete pequeño), lanzado en 1952, se amplió a escala de una manera parecida a un modelo arquitectónico, y permitía a los niños hacer una reinterpretación radical de la casa de muñecas. (Posteriormente, la oficina creó el prototipo de una casa moderna modelo para Revell, aunque nunca se llegó a producir). Las cajas de The Little Toy, que se caracterizan por una grilla colorida de rectángulos y palabras, se asemejan a un arreglo de paneles de la fachada de la casa Eames, y los ESU, y todos estos productos, en sus distintas escalas, se estaban desarrollando en Eames Office en los mismos años.
Charles Eames una vez se refirió al trabajo hecho en la Eames Office: “Trabajamos porque es una reacción en cadena, cada objeto lleva al siguiente”. La conexión con las cajas ESU y The Toy es inmediatamente evidente en los objetos de juego basados en papel y modulares de más larga data que surgirían de Eames Office, el House of Cards (castillo de naipes).
House of Cards originalmente venía con 54 cartas, con dos ranuras a cada lado y una en los extremos. Tal como sucedía con The Toy y The Little Toy, la idea era facilitar al máximo la construcción de espacios. Las ranuras resolvían el problema de las conexiones elegantemente: ya no había necesidad de pasadores ni estructuras de alambre, ni herramientas. En su casa y el ESU, las mezclas y combinaciones se detenían en la textura y el tono. En las cartas, los jugadores tenían que elegir 54 patrones distintos y 54 fotografías distintas para la segunda.
El catálogo Tigrett de los tres productos Eames señalaba: “Este conjunto de juguetes ha sido recibido con alegría tanto por padres como por docentes debido a que hacen disponible el color real y el espacio real a través de tres sistemas de construcción de tres tamaños distintos, todos diferentes y todos brillantes”. Las ilustraciones que aparecían en House of Cards le aportan a cualquier estructura una apariencia de evento mediático con pantallas múltiples, otra idea que los Eames habrían de explorar.
En la narración de “Toccata for Toy Trains”, Charles Eames afirma: “En un buen juguete antiguo, resulta acertado no ser tímidos con respecto al uso de los materiales. Lo que es de madera es madera; lo que es de lata es lata y lo que está fundido está fundido”. Podríamos haber agregado, en referencia a los juguetes propios de la pareja, lo que es cartón es cartón, y luego hablar de las cualidades que lo vuelven ideal como material para construir: su fortaleza, su costo reducido, su capacidad para resistir una gran cantidad de cortes y ranuras.
La cartulina ofrece una oportunidad para los primeros intentos de un niño de construir y, con Carton City, los diferentes modelos de The Toy y House of Cards, Ray y Charles Eames de hecho ofrecieron un preludio para las exploraciones más serias (o al menos más adultas) sobre estructuras y materiales en las que se embarcaron con casas, salones de exhibición y mobiliario. La cartulina, el material de los prototipos y las máscaras de animales, también ingresa a su hogar sin un embalaje de diseño. La visión de su potencial conecta a Charles y Ray con el mundo imaginativo y diminuto, un mundo en el que cualquier caja contiene una ciudad.