Para comprender el punto de vista del diseñador Don Chadwick, debemos considerar el panorama. Más específicamente, desde el chaparral canyon, donde vive desde 1965 y, en mayor detalle, desde la ciudad de Los Ángeles de la posguerra.
Chadwick nació en Los Ángeles en 1936 y hace más de 50 años se mudó a un cañón ubicado al norte de Brentwood. A comienzos de la década del 2000, y después del éxito abrumador de su diseño más famoso, la Silla Aeron, Chadwick reclutó al arquitecto Frederick Fisher para que le construyera un estudio nuevo en su propiedad, donde continúa ejerciendo su profesión.
El trabajo de Chadwick, centrado en la sillería, es significativo, de gran alcance y, en gran parte, lo realiza él mismo: Ha realizado pruebas con plástico moldeado por rotación, uretano rígido, espuma estructural de recubrimiento y correas de suspensión.
Chadwick atribuye su curiosidad hacia los materiales al interés que tuvo desde niño en la mecánica, que también coincidió con su formación en diseño industrial en la universidad de UCLA donde sus profesores, provenientes de la industria local de aeronáutica, también la compartían. Las innovaciones se derivaron del factor que impactó la tecnología en los tiempos de guerra el pensamiento de Chadwick , así como del catálogo de Herman Miller de mediados de siglo: ergonomía (un estudio que primero se aplicó a los pilotos militares), fibra de vidrio (derivada de la industria aeroespacial), y madera laminada moldeada (que utilizaron ilustremente Charles y Ray Eames en sus férulas para patas de chapa de madera).
Bob Blaich, ex-vicepresidente de diseño de Herman Miller, trajo a Chadwick al equipo de Herman Miller a principios de los años de 1970 precisamente por su “gran interés en el uso de materiales y procesos nuevos”. Los experimentos del diseñador con espuma moldeada por inyección produjo uno de los sofás más destacados de esa década: un sistema de sillones modulares curvilíneos, y Blaich también unió a Chadwick con otro talento del diseño, Bill Stumpf, para reimaginar el cubículo de la oficina. Aunque el sistema que resultó, Buroplan, nunca salió a la luz, la colaboración emergente entre Chadwick y Stumpf dependió del enfoque en los materiales y fabricación del primero, y en la obsesión por la ergonomía humana del segundo.
Por supuesto que veinte años después ese iluminado dúo presentaría la Silla Aeron, un arquetipo entre sillas que rompe todas las normas de apariencia de una silla de oficina y de cómo se debe sentir el cuerpo al final del día. Y aunque los materiales (un textil para suspensión completamente nuevo denominado Pellicle) y la ergonomía (diseñada para ajustarse al cuerpo en un 99 porciento) fueron fundamentales en la concepción de Aeron, además de la idea de la longevidad. Como resultado, tenemos una silla de ingeniería excepcional para casi todas las formas de cuerpos que se diseñó también para durar. El propio Chadwick es su mejor publicidad: va rotando entre varias ediciones de Aeron, incluyendo su diseño original producido en 1994.
Además, el interés que siente el diseñador hacia los materiales, de cómo presionarlos para darles nuevas formas o utilizarlos para diferentes entornos, es igualmente evidente hoy día. Como hemos reimaginado a Aeron con componentes hechos de plástico que de otra forma acabaría en el océano, pensamos que sería un buen momento para conversar con Chadwick sobre su opinión actual sobre la sustentabilidad y de cómo Aeron se convirtió en la silla que ha quebrado más normas en su campo.
Cuando Bill Stumpf y tú comenzaron a trabajar en Aeron, ¿cuáles eran los principios que seguían en relación a los materiales? Obviamente, hace 30 años, la gente no hablaba sobre la sustentabilidad como hoy.
No, pero estábamos conscientes de que las sillas de oficina tradicionales se fabricaban en su mayor parte con espuma y tela. Ya habíamos intentado reducir la cantidad de material utilizado cuando trabajamos con la silla Equa, incluso antes de la silla Aeron. Se nos ocurrió hacer una carcasa flexible donde se podía sentar directamente una persona, o podía colocarle unas almohadillas bien finas. Queríamos minimizar la cantidad de material de la propia silla.
¿Cómo se concibió a Aeron?
Cuando se nos asignó la tarea, fue un gran desafío, porque teníamos que superar todo lo que Herman Miller había hecho antes, por lo menos en los ojos y las mentes de Bill y míos. Ya habíamos hecho muchos trabajos de enfoque en ergonomía y kinemática. Cuando revisamos algunos de los proyectos que nunca llegaron a producción, pudimos hallar algunas ideas relevantes para usar en esta silla Aeron.
¿Qué hacía a la silla tan vanguardista?
La divergencia más importante para separarnos del 99 por ciento o más, de las sillas de oficina, era el de desarrollar desde cero un material de suspensión que se ajustara al movimiento del cuerpo. Eso le daría cierta resiliencia y elasticidad que permitiría que personas de diferentes tamaños se sentaran en la silla con comodidad. Es más, pensamos que lo mejor sería que una silla estuviera disponible en distintos tamaños. De esa manera, podíamos cubrir el mayor número de usuarios posibles. Todos esos conceptos eran nuevas ideas en aquel entonces.
La diferencia más evidente entre la silla Aeron y cualquier otra silla de la época era la malla de Pellicle.
¿Qué pasos los guiaron al uso de Pellicle, que era algo que simplemente no existía antes?
Habíamos probado un material que fabricaba DuPont, que se estiraba en un sentido, con un diseño para estirarlo sobre el armazón. Tenía cierta elasticidad y pensamos recubrirlo con una espuma. Lo probamos en una silla que estábamos desarrollando para personas de tercera edad [la silla Sarah]. Lo pasamos en un sentido y después desde el frente hacia atrás, suspendiéndolo en dos sentidos durante las pruebas, encontré el nombre de una empresa que fabricaba correas elásticas.
¿Cómo se perfeccionaron los dos elementos revolucionarios, Pellicle y el encapsulado?
El ingeniero a cargo en aquella época era Jeff Bruner. Me puse en contacto con Jeff para que me mostrara sus experimentos: una versión en crudo de lo que hoy es Pellicle. Al ver ese material hice un modelo a escala de la silla Aeron que hoy día está en el Museo de Henry Ford. Luego Jeff desarrolló Pellicle. Él reconoció cuál era el entrelazado correcto, denominado tejido de lino y cómo elaborar los hilos de relleno. Repetimos las pruebas varias veces antes de encontrar algo que funcionara tanto física como operativamente.
Había otra empresa en Grand Rapids llamada Cascade Engineering, que era básicamente una compañía de moldeado por inyección. Ellos inventaron un proceso de encapsulado donde se podían moldear telas como piezas de plástico. Con esta capacidad para encapsular una tela como una pieza de plástico se nos ocurrió la idea que hoy llamamos el portador. La suspensión se estira en un molde que se inyecta con plástico a su alrededor, atrapando la tela en el plástico. Esa era una tecnología totalmente nueva.
¿Cómo era Bill Stumpf como diseñador, y cómo encajó su forma de ser con tu método?
Bill se enfocaba más en el aspecto de la ergonomía. Yo me concentraba en el lado estético, el material y la construcción. Y fuimos capaces de fusionar nuestras diferencias y semejanzas.
En el momento en que el diseño para Aeron estaba listo, ¿qué pensaban?
Teníamos suficiente confianza en que aceptarían y fabricarían el producto, pero no teníamos ni idea sobre el repentino éxito de la silla. Eso superó todas nuestras expectativas.
Pero cuando nos hicimos cargo del proyecto, teníamos la intención de romper todas las normas establecidas. Estábamos dispuestos a tomar grandes riesgos, tanto Bill como yo. Queríamos sobrepasar los retos que habían logrado Herman Miller y muchas personas.
¿Cuándo se dieron cuenta de que había sido todo un éxito?
Bueno, cuando estábamos haciendo las primeras evaluaciones con grupos de discusión para la silla Aeron había reacciones diversas. La gente estaba sorprendida. Al ver la silla, sentían cierto nivel de incredulidad, pero una vez que se sentaban en la silla cambiaban la percepción.
Ya Herman Miller sabía que tenía que tener un relato convincente sobre la silla. El primer gran pedido de Aeron fue para la empresa Silicon Graphics. Ellos elaboraron una de las primeras computadoras compatibles con modelos y animación en 3D. Es por esa razón que, originalmente, nos enfocamos en empresas de alta tecnología: “Presentamos una silla de alta tecnología para empresas de alta tecnología.” Más tarde, incorporamos la silla en la industria de la música y del cine, donde se exhibió a través de la televisión, el cine, etc. Más tarde descubrimos que ciertas empresas, como las bancarias y financieras, estaban pidiendo nuestra silla. Aeron consiguió, de alguna manera, ingresar en las industrias históricamente tradicionales, empresas con escritorios de madera.
¿Cómo se siente saber que tanta gente ha reaccionado positivamente a este diseño?
He visto sillas Aeron en muchos lugares donde no esperaba verlas. Hasta he autografiado algunas. Eso siempre es muy entretenido.
¿Cómo puede Aeron ser aún más sustentable con el tiempo?
Sé que a Herman Miller le gustaría usar plástico que de otra forma acabaría en el océano, en más componentes de la silla. El respaldo [y las piezas del mecanismo de inclinación] serían un buen comienzo, ya que las exigencias estructurales del respaldo no son las mismas que las del asiento. Hay más consideraciones de soporte de peso en el asiento que en el respaldo.
Afortunadamente, el resto de la silla está hecha con aluminio fundido, que hoy es prácticamente 100 % reciclable.
Una vida útil con mayor duración también es una de las características importantes de la silla Aeron. ¿No se trata de hacer las cosas bien?
Mucha gente diría, ¿cómo podemos gastar $1000 dólares en una silla de escritorio? Pero eso cambia si amortizas el valor sobre la vida útil de la silla, es decir, unos 20 años, yo tengo una silla del año 1995.
Estamos hablando de longevidad. No se volverá obsoleta incluso si una pieza deja de funcionar.
Este tipo de montura de la silla, se puede arreglar. No es necesario deshacerse de la silla cuando puedes reemplazar las piezas. Esa siempre ha sido nuestra filosofía: Es sustentable no solo en los materiales, sino también debido a la forma del montaje y la manera en que se ensambla.
Sustentabilidad, ¿lo pensamos demasiado? Por supuesto, y lo hicimos con la expectativa centrada en la longevidad.
Volviendo al su interés en la innovación de los materiales. ¿No era la ciudad de Los Ángeles un centro de tecnología y fabricación de posguerra?
Sí, se podría decir que los productos de Herman Miller son los frutos de la explosión tecnológica de posguerra. La carcasa de fibra de vidrio de Eames fue el resultado de un encuentro que los Eames estuvieron con dos jóvenes ingenieros de Gardena, quienes tenían una fábrica de plásticos y estaban haciendo piezas de fibra de vidrio reforzada para la industria aeroespacial.
Todas esas eran empresas locales. Las lámparas de burbuja que diseñó George Nelson se inspiraron en una tecnología de los buques de guerra llamada “moth-balling”. Cuando atracaban los buques en el puerto, pulverizaban las piezas más delicadas con un material para proteger los buques contra el salitre y la corrosión. Nelson se inspiró en ese material para diseñar sus lámparas de burbuja. Ese es un ejemplo más de cómo la tecnología se puede transformar en un producto factible.
Cuando estaba estudiando diseño industrial, ¿todo esto formaba parte de las conversaciones?
Sí y, claro, la curiosidad tampoco le hace daño a nadie. Debemos buscar y descubrir estas tecnologías para entenderlas plenamente. Pero aprendi mucho en la facultad. No hay duda que [quien enseña sobre] la tecnología aeroespacial tuvo un impacto profundo en el diseño, especialmente en California del Sur.
¿En que consistió su trabajo de posgraduación?
Cuando egresé de la facultad en 1959, tuve la suerte de trabajar en el estudio de arquitectura de Victor Gruen. Yo estaba en el departamento de artes gráficas. El estudio de Gruen colaboraba con varios centros comerciales y de planificación urbana, y producía muchos letreros y folletos. Yo trabajaba con letreros, maquetas y todas esas cosas, y eso fue antes de la era de las computadoras.
Después de que ambos dejamos a Victor Gruen, Frank [Gehry] encontró un espacio en Brentwood en San Vicente. En ese entonces, ese lugar tenía muchas tiendas de vitrinas, y él había conseguido un almacén con buen espacio que había sido el estudio de un artista. Colocó en arriendo algunas de las habitaciones menores y yo arrendé una de ellas. Gere Kavanaugh, quien había trabajado en Gruen, también estaba allí.
¿Cómo entró en contacto con Herman Miller?
Tenía una pequeña oficina un piso arriba de una ferretería aquí en Brentwood, en la calle Barrington. Ese espacio lo había usado anteriormente [el arquitecto] Ray Kappe. Tenía todo tipo de acceso a materiales para hacer modelos. En cualquier caso, era donde estaba cuando Bob Blaich vino a visitarme junto con alguien de la Oficina Eames. Ambos vinieron, conversamos, y les mostré algunos de mis proyectos que habían recibido ciertos premios en diseño industrial.
¿Cómo comenzó su colaboración con Bill Stumpf? ¿Cómo hicieron para que sus fortalezas individuales reforzaran lo que fueron capaces de lograr como colaboradores?
La sillería modular que yo había diseñado salió al mercado en 1974. La silla Ergon de Bill salió en el 1976. Creo que fue en 1977 cuando justamente estábamos en las instalaciones de desarrollo de diseños. [El entonces jefe de diseño] Bob Blaich nos presentó, y poco tiempo después, el jefe de mercadotecnia decidió que debíamos trabajar juntos en un proyecto: la oficina del futuro.
[La llamamos] Buroplan y era como la antítesis de Action Office. Se centraba más en las personas y en la arquitectura. Se amplió y logró una apariencia más permanente. Incorporamos varios materiales al mobiliario, especialmente madera. Tratamos de hacerlo con un aspecto más residencial dentro de estos panoramas arquitectónicos, lo cual era raro en esa época.
¿Por qué se refirió a Buroplan como “humanomic”?
Nosotros inventamos esa palabra. Tiene que ver con el ser humano y con mantenerse atento al entorno, la relación entre la persona, lo que nos rodea y el producto en sí.
Y siguiendo la tradición del Bauhaus, asumíamos toda la responsabilidad. Los proyectos no se pasan a otras personas para que los resuelvan. Teníamos tanto control como nos era posible.
¿En qué está trabajando ahora? ¿Qué tipo de problemas está intentando resolver?
En lo que hemos estado trabajando por más de un año es en el concepto de la oficina en el hogar. Me alejé de todos los materiales sintéticos y ahora estoy viendo todas las formas de madera: madera moldeada, laminada moldeada, fundido, etc. De esa manera, todo es reciclable.
¿Cuánto pensó sobre la sustentabilidad en relación al diseño de productos nuevos?
Es un tema fundamental. Simplemente, no podemos ser obstinados al diseñar una cosa, esperando que cualquier material va a estar disponible. He vivido en Los Ángeles toda mi vida, la calidad del aire no es la mejor y, en gran parte, los culpables son los combustibles fósiles. Debemos alejarnos de los materiales derivados de los combustibles fósiles, y creo que esto debe influenciar el punto de vista de un diseñador sobre como aborda al diseño.
Después de analizar la ejecución de [examinar] muchos de mis trabajos anteriores, y al compararlos con la Aeron más nueva [que incorpora plástico que de otra forma acabaría en el océano]... Creo que la cantidad de plástico que aún se usa hoy, es una carga pesada para el medio ambiente. Por eso decidí dejar esos materiales.